Esta es la frase que constantemente le
decía a mi abuelita antes de que falleciera pero, ¿Por qué hablo de ella?
Esta historia es algo que siempre
cuento y que no me cansare de contar pues mi abuelita tras una pérdida de
memoria grave a final de sus días pudo reconocerme, despedirse de mí y
heredarme el rebozo más hermoso del mundo, el cual entre sus hilos tiene vestigios
de trabajo, experiencia, sabiduría y amor.
Amor, eso es lo que para mí significa
ser “Flor más bella del ejido” amor por ser quien eres y no avergonzarte por
ello.
Mi historia comienza cuando era muy
pequeña y veía a niñas de mi edad llenas de color y flores, recuerdo que
siempre le decía a mi mama “quiero ir como ellas”, “¿mama por qué tu no me
vistes así?”, “yo quiero mama, yo quiero”. Pero mi mamacita por falta de tiempo
no pudo integrarme a ese grupo de hermosas niñas. Mientras crecía mi abuelita cocinaba
rico mole y hacia tortillas a mano junto a mi madre a quien veía con ojos de
grandeza, veía el esmero de ambas por tener siempre un plato en la mesa, oía
las historias de mi mamá de como a pesar de ser originaria de Puebla poco a
poco se enamoró de Xochimilco, de sus costumbres y tradiciones al punto que
sabe prácticamente que hay o que se hace en cada fiesta en la demarcación. Por
otro lado mi abuelita me contaba como salía a vender tortillas o verduras al
mercado desde muy pequeña, tenía que llegar con el gasto para cuidar a sus tres
hermanos más pequeños, me contaba que dentro de este ritual que parecía
rutinario encontró a su primer y único amor, mi abuelito. Él también fue muy
relevante en mi vida pues mientras pude disfrutarlo conocí a la persona amorosa
y artística que él era, lamentablemente este periodo fue muy corto pero cuando
tuve más edad todas las personas me contaban de la importancia de mi abuelito
en Xochimilco, fundador de los primeros grupos de acallis, fotos con Dolores Olmedo, videos y recuerdos de su música con la guitarra y mejor aún, el gran
cariño que la gente le tenía por haber aportado a mi hermoso pueblo mientras él
estuvo a cargo.
Cada uno de ellos aporto a una semilla
que poco a poco crecía en mí. Cuando tuve la edad de caminar sola por la vida
vi con mis ojos la grandeza que tanto me platicaban cuando era pequeña, me di
cuenta del por qué mi mamá y mis abuelos amaban tanto el lugar donde vivían, y por
qué la defendían a capa y espada. Pero con ello me preguntaba ¿Por qué tienen
que defender una tierra de grandeza?
Al seguir caminando por el sendero descubrí
que la defendían del hombre mismo, pues poco a poco el respeto por nosotros y
por nuestra tierra se iba perdiendo, la gente dejaba de recordar que solo
vivimos un suspiro y que no podemos destruir algo que en realidad no es
nuestro.
Con todo esto nació en mi la necesidad
de hacer algo, seguir la lucha que ellos empezaron entonces voltee la cabeza y
ahí estaban estas hermosas mujeres ataviadas de bellas trenzas, de bellos
colores, estas hermosas mujeres que desde chiquita estuve acostumbrada a ver
gracias a amor de mi madre, entonces me dije…
¡Eso es lo que voy a hacer! Mi escudo será ese, ¡La flor más bella del
ejido!
Comencé a investigar toda la
convocatoria y ¡sorpresa! La ola de cambios de bachillerato a universidad
llegaron a mí, dentro de este lapso de tiempo conocí a personas que tenían
proyectos importantes en pro de la preservación de la delegación, en pro de su
riqueza, en pro de su tierra y fue así
que tuve que esperar con muchas más ansias para poder inscribirme. Pasaron cuatro
años hasta que llego el día que pude decirle a mi mamá, “Mamá, por fin me
inscribí a la flor”, gracias a todas las personas que se cruzaron en mi caminar
llegue a mis capacitaciones con muchísimo entusiasmo, amor y hambre por
aprender. Conocí personas maravillosas y ya no me sentí sola, pues ya no era la
única que quería aportar un granito de arena a la lucha por nuestras raíces,
ahora éramos 70 voces deseando poder ser escuchadas.
Al pasar los días mi entusiasmo no cesaba,
un día un pedazo de papel se convirtió en el antes y después en mi línea del
tiempo “Lilis” decía con tinta negra fue ahí donde comenzó esta loca aventura,
y digo loca pues la locura se refiere a un concepto de irrealidad y eso
precisamente significa esta fiesta, pues tal pareciera que tanta belleza en
todos los sentidos es irreal. ¡Por fin llego el día! Me vestí de colores y
belleza como tanto había deseado desde niña. Al final del certamen no tenía una
banda ni una corona, “al final es un concurso” me decían, pero esta frase nunca
lleno mi corazón pues sin tener un “reconocimiento” ser flor más bella del ejido,
ganadora o no, me dio voz ¡Por fin tenia voz!
Gracias a esta primera experiencia aprendí
que si quería hacer algo por mi tierra había mil millones de opciones, desde no
regatearle a un artesano hasta volverte en un artesano. A partir de esto mi
espera no pudo ser mayor, pues con mucha más decisión esperaba la siguiente
convocatoria, la de 2015.
La convocatoria fue publicada, y como
era de esperarse llegue con todos mis papeles listos, listos para darme una
segunda oportunidad de vivir esta fiesta. Recuerdo que uno de los momentos más
difíciles a comparación con el año pasado fue, cambiar de flor. Cuando tome
este nuevo papel entintado en mis manos decía “Lavanda”, la flor aromática por excelencia
flor, que significaba alegría y paz. Recuerdo muy bien que ese día era el
primero para decir nuestro discurso y sin pensarlo dije el mío con toda la
emoción del mundo, un homenaje a mi abuela que acaba de irse, un homenaje a mi
madre que siempre está conmigo, un homenaje a mi tierra y un homenaje a mi
nueva flor, ese día con lágrimas y nudos en la garganta escuche el aplauso de
mis compañeras, con ello mi corazón se llenó de un sentimiento inexplicable, ya
no necesitaba nada más, ya tenía voz pero ahora era escuchada.
Me dedique a disfrutar al cien por
ciento mis capacitaciones, a mis amigas y mi trabajo pues no hay mayor
satisfacción que disfrutar el momento, recuerdo el día de las trajineras
alegóricas como sentir un temblor en la mano al ver a mi familia y mi pareja
gritar mi nombre una y otra vez, con un dolor en mi alma al recordar a mi
abuela y una alegría en mi corazón al ver a mi madre fue que me dije, hoy ya no
necesito nada más tengo todo lo que quiero y es gracias a este hermosa fiesta.
La noche de ese viernes de Dolores, al
contestar mi pregunta mi familia quedo muda y yo me preguntaba ¿acaso hice algo
mal?, regrese al punto de concentración con mis compañeras y escuchaba comentarios
como “quítate ese arreglo que te van a coronar”, “ya ganaste” pero yo solo
pensaba en los brazos de mi madre y mi hermana que desde abajo del escenario me
los mandaban con una mirada.
Al pasar los minutos oí mi nombre
lleno de alegrías, gritos, llanto pero sobre todo mucha felicidad, una
felicidad indescriptible ¡única!, Tercer Lugar de “La Flor Más Bella del Ejido”
2015, yo me decía gracias mamá, gracias
papá, gracias hermana, gracias abuelita, gracias Xochimilco, gracias vida por
permitirme vivir esta experiencia.
Al bajar, un grupo de hermosas
mujeres, mujeres que había admirado tanto me rodeo con felicitaciones y
abrazos, dejando en mis manos una blusa, unas cintas y unas puntas ¡Mi mayor
tesoro! El mejor regalo que pude haber ganado en este certamen pues en ellas yo
veía reflejo el amor, la confianza y la responsabilidad de años de historia,
¡Historia que ahora estaba en mis manos!
Hoy, voy a entregar esta historia a
alguien más, voy a entregar la lucha de mis abuelos, la pasión de mi madre, el
cariño de mi hermana, la confianza de mis flores, hoy voy a entregar amor.
Gracias a cada una de las personas que
durante este año estuvieron detrás de mí, de mis lágrimas, alegrías y trabajo.
Gracias a mis abuelos por sembrar algo
que no ha dejado de florecer, a mis padres por no cortarme las alas, a mi
hermana por ser la razón de mi existencia, a mi novio por la paciencia, por su
amor pero sobre todo por encontrarme siempre que estoy perdida, a mi familia que
siempre estuvieron al pendiente de mí, a
mis profesores Elizabeth y Rodolfo por no dejarme caer, a Frida por ser la
compañera, por el amor y por cada momento juntas, a mis flores Mara, Miroslava, Nayeli, Jenny,
Leti, Miriam, Xochiquetzal, Diana, Aurora, Mariana, Yolo, Ceci por mencionar algunas,
por su confianza, apoyo y cariño. Gracias a mis mejores amigas Itzel, Silvia y
Alexy por entenderme mejor que nadie, a todos mis amigos por las porras, las
locuras y la fortaleza. Gracias a absolutamente todos los que creyeron en mí,
gracias a todos los que me han escuchado, gracias vida por dejarme seguir
caminando y gracias mi hermosa tierra por que nunca dejas de sorprenderme y
gracias flor más bella del ejido por ser mi herramienta de lucha.
Me despido orgullosa de lo que soy, de
lo que tengo y de lo que hice.
Y como siempre dije…
Gracias y que su luna siga brillando.