Mensaje Marta Montes de Oca Flor más Bella del Ejido 2016 tercer lugar

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Unas puntas hechas por mi hermano, un chincuete hecho por mi mamá, una faja y una blusa heredadas y unas cintas que me mandaron a hacer cuando solo tenía tres años. Esas prendas fueron las que usé la primera vez que participé en La Flor Mas Bella del Ejido en 2015.
Curiosamente no era la primera vez que yo portaba tan bonito atuendo, pues en donde  vivo (Milpa Alta) es muy común ver a las señoritas, vestirse de esta manera, sobre todo para las fiestas patronales. Son en estas fiestas donde, vestidas de chincuete, las jóvenes de mi tierra cargan en sus hombros a las imágenes religiosas y dan un recorrido por las calles del pueblo.
Cuando iba a la prepa, yo sentía mucho gusto ponerme mi chincuete cada que me invitaban “a cargar”, pero en la escuela, muy pocas personas lo entendían, pues era algo diferente para ellos y sobre todo, la ropa que debía ponerme para “poder cargar”. A mi no me importaba, por que mi mamá me decía, que ellos sentían celos por que en Milpa Alta, las tradiciones se vivían y que nunca entenderían el ser únicos en medio de la ciudad.
Hubo alguien que si lo entendió poco después, cuando estaba en Facultad de Ciencias de la UNAM: mi amigo Francisco. Cada noche que regresábamos a nuestras casas me decía: “Marta, cuando vienes de chincuete, esta bien padre, es más deberías casarte de chincuete, o participar en la flor, seguramente vas a ganar”, y en cada regreso yo le contestaba lo mismo: “Paquito, no puedo venirme a la escuela de chincuete, no es cualquier cosa, es para eventos especiales, y es el único que tengo, me lo hizo mi mamá, y la flor, ay por favor, eso es un concurso de belleza y seguramente ocupan traje de noche y bikini, que voy a estar concursando en chincuete”; que equivocada estaba.
Paso  el peor año para mi, pues mi abuelo había fallecido, el hombre que me enseñó lo que es trabajar la tierra, un hombre lleno de anécdotas, de dichos, un ser humano que me dio mucho amor, vital para ser la persona que soy ahora. Ese vacío seguía en mí, pero mis abuelas (materna y paterna) seguían enseñándome y platicando, no era lo mismo, pero aún así ponía atención. Llegó un día donde al acompañar a mi amiga Ceci a la dirección de turismo me enteré que la flor no era un concurso de belleza y que si podía concursar con mi chincuete, es más, con eso se concursaba. Después de una hora de plática, acabé inscrita en el certamen. Llegué a mi casa y le dije a mi mamá: “Mamá no sé que pasó, pero me inscribí a la flor, y lo hice por mi voluntad”.
No olvidaré jamás la ponencia que quitó mis miedos, mis dudas del qué hacía ahí, y el si era posible que otra delegación ganara: “La historia de la flor mas bella del ejido”, por la Lic. Leticia Ramírez. Después de escuchar el amor con el que hablaba de la flor, y de cómo la había transformado, yo quería que el certamen hiciera lo mismo en mí.
En sorteo de 2015 me tocó la flor de Belém, yo no la conocía, y escuche la frase de “tu no escoges la flor, la flor te escoge a ti”, y en efecto, tiempo después amaba mi flor.
Llego el día de hablar ante el micrófono en Tlilac, no había estado tan nerviosa, me daba pánico estar frente a un micrófono, pero respiré, trate de hablar despacio, calmada, y mi mensaje fluyó.
Para el día de la final, al estar muy enferma, el que me nombraran entre las 20 fue un momento de alegría y de tristeza, por que lo había logrado, pero me estaba “marchitando”. Dije mi mensaje lo mejor que pude, pero no fue suficiente, no llegué a las 10.
De regreso a mi casa, no podía quitarme de la mente que pude dar más, no estaba conforme con lo que había dado en el escenario.
2015 pasó, y vi el trabajo que hacía Jocelyn (3er. Lugar 2015) y fui entendiendo qué era ser flor, y el trabajo que era difundir la cultura y tradición.  Se abrieron las inscripciones en 2016, era el último año que podía participar, y que podía dar todo lo que no había dado un año atrás.
Me inscribí y pensé que sería lo mismo que un año atrás, de nuevo, me equivoqué. Tenía nuevas amigas, y ahora me había inscrito sin que me convencieran, no tenía miedos, y tenía la mente abierta para disfrutar mi último año.
No quería dejar de ser Flor Belém, pero el sorteo me dio mi nueva flor, una nueva identidad: “Gerbera”. Sabía que era una flor que en el certamen, les toca a mujeres fuertes, que luchan por conservar sus tradiciones, su cultura, y no sabía si yo era capaz de hacerlo. Poco a poquito me fui enamorando de mi flor, y recordé “tu no escoges la flor, la flor te escoge a ti”, y entendí que debía dar el 200%. Mi meta, era pasar a las 20 para poder decir mi mensaje, sin estar enferma,¡ y la logré!, pasé a las 10 finalistas, también me tocó una pregunta que me estremeció el corazón, y me hizo recordar a mi abuelo,  tenía que transmitir lo que significan esas personas para muchos de nosotros. Terminé de responder, no recordaba qué había dicho, y yo solo veía a muchas  participantes y ganadoras de años pasados llorando, y pensé que había contestado de la peor manera.
Mi sorpresa fue mayor, al escuchar mi nombre cuando anunciaron al 3er.lugar, vi a Jocelyn, a mi amiga, no pude evitar ir hacia ella y agradecer que ella me coronara. Y ahí estaba, viendo a mi mamá y papá aplaudiendo, a mis amigas (flor de Dalia, Cerezo, Geranio y Durazno) gritando con tanta alegría, mi pequeña porra también estaba feliz y yo, estaba satisfecha. Tuvieron que nombrar a mi mamá por micrófono, por que en estado de shock, lo único que quería en ese momento, era abrazar a mi mamá.

Es imposible contar la historia de Gerbera 2016, sin contar la historia de Belem 2015, nunca podré terminar de explicar el como la flor cambió mi vida, tampoco terminaré de agradecerle a Jaime el ayudarme a tener seguridad en mi, no solo para la flor, si no para la vida. A mi familia que estuvo conmigo en sol, lluvia, y desvelos, al igual que la familia Cruz, no habrá forma de pagarles tanto cariño   y apoyo. El jurado ese día no me dio 2 compañeras, me dio 2 amigas, amigas que forman una parte importante para mi: Yereny y Tzintly, un equipo donde no había primero, segundo o tercer lugar.
Gracias Jocelyn por esas hermosas cintas que me obsequiaste, y que atesoro con tanto cariño como las que llevan 20 años conmigo. Gracias  Xochimilco, por dejarme enamorar de tus costumbres y no solo ser un lugar por donde paso para ir a la escuela. Gracias a cada una de las participantes que me dijo en su momento: “ Milpa Alta va a ganar este año” o que me prestaron parte de sus atuendos. Gracias, infinitas gracias a mis abuelos que forjaron a mis padres para que ellos, nos forjaran a mis hermanos y a mi. Sin duda  el mayor de los agradecimientos es para mi mamá, que me hacía mis trenzas en cada evento, que aprendió a hacer blusas en punto de cruz y el telar de cintura, ella sembró en mi el amor a mi pueblo, a mi barrio, a mis abuelos.


En conjunto, me ayudaron a sonreírle a la vida, a ser un equipo en las buenas y en la malas, a estar orgullosa de lo que soy y lo que me rodea, por eso y muchas cosas más, ¡GRACIAS!